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viernes, 24 de febrero de 2012

No paguemos justos, por pecadores.

Os escribo desde mi humilde morada. Hay algunos que escriben desde la calle, pero de injusticia vive el mundo. Mientras haya desahucios, hay gente rica que sigue ganando dinero de manera fraudulenta.

No quiero que esta entrada sea como una más de las que hay en internet, ni quiero coaccionar a la gente que se ha tomado su tiempo en molestarse en leer esto. Tan solo doy una opinión, mas o menos generalizada.

Respecto a lo ocurrido estos últimos días en Valencia, veo lógica la repulsa a cualquier acto de violencia producida por una o por otra parte. Es bien cierto que la policía tiene parte de culpa, a lo mejor es la que mayor peso recae en esta balanza del “quien ha pegado más”, pero no seamos ignorantes: “muchos son tontos, y tontos hay en todas partes”. Es criticable tanto la actuación desmesurada de la policía, como de algunos “manifestantes pacíficos” que se encontraban casualmente por la zona. No estoy generalizando, es más, muchas de las personas que se manifestaron estos días en Valencia, tan solo quería protestar por algo justo, como es  “la educación pública”. Pero no seamos tontos. Algunas de las personas que había ahí tan solo querían armar follón. Esta calaña, en favor de los “derechos sociales” (no respetan ni dejan respetar), se encuentran en muchos lugares de la geografía española y son los que emborronan una manifestación plural, igualitaria, pacífica y en la lucha en favor del pueblo. A su vez, hay policías que sobrepasan el límite entre lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Entre lo que se debe hacer, y lo que no se debe hacer. Parece estos días que estábamos en un Estado de Excepción. Pero no hay que echar toda la culpa a ellos. Son personas como nosotros. Trabajadores que se ganan el dinero para alimentar a su familia, algunas veces injustamente (véase corrupción), pero otras veces muy justamente y merecidamente (véase los policías muertos en Galicia). Son meros peones movidos por un ente mayor. Ellos no deciden lo que hay que hacer. Son mandados por alguien superior a ellos. Alguien que no tiene escrúpulos ni vergüenza. Alguien que antepone la violencia, a la libertad.

Cada uno es libre de pensar y dejarse manipular. Nadie decide por si mismo. Nos movemos como una balsa en el océano, a merced del mar, del agua. Creo en el pluralismo, y no en el individualismo. Hay que moverse juntos, y nunca separados. No seamos sectarios y repartámonos la libertad. Si, esa cosa que últimamente está olvidada.

En definitiva, la calle es de todos, así que de alguna manera, todos vivimos ahí.

1 comentario:

  1. Buena reflexión: no son todos tan buenos, ni tan malos. Se tiende a presentar la realidad mediante un maniqueismo muy infantil; ¿interesará?

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