Cuando alguien se siente vacío. Cuando nadie espera nada de
lo que puede suceder en los próximos momentos. Cuando la gente camina sin rumbo
fijo, con mirada perdida en el horizonte. Todos esos momentos, son rellenados
con recuerdos, con imágenes de algo que podrías haber hecho y has dejado de
hacer. Ese hueco se llena con momentos felices, momentos que te han servido
para continuar dando pasos de gigante en tu vida.
Todo se trunca con un leve movimiento de brazos, con un
pequeño gesto que te hace cambiar tu destino. Todo es tan frágil, tan delgado,
tan recto, que salirse del camino puede llegar a ser fácil. Tan fácil que ni si
quiera lo intentamos.
Ya hablé en otras entradas, que arriesgar implica compromiso.
Salgámonos de la típica frase de que “el que no arriesga no gana”. Es cierto,
pero es mucho más complicado que eso. Cuando uno arriesga, tiene que saber lo
que está haciendo. No hay que tomarse las cosas a la ligera. Hay que marcarse
un objetivo y llegar a él, tarde o temprano, deprisa o despacio, recto o curvo,
pero llegar a él.
La rutina es eso. Es la válvula de escape para hacer siempre
lo mismo y no atreverse a hacer cosas nuevas. Muchas veces pienso que lo único
que nos mantiene fuertes es tener un poco de ignorancia de vez en cuando,
porque cuando te implicas demasiado en algo, muchas veces ni siquiera merece la
pena. No pierdas el tiempo dándolo todo en algo que no te va a dar nada en la
vida. Va a ser como ese algo que estuvo y se fue para no quedarse.
Esas noches en las que miras al techo, o al cielo si tienes
la suerte de estar al aire libre, y te quedas pensando en nada. Ese momento en
el que te vienen a la cabeza imágenes de un pasado. Algunas veces hasta
sonríes. Pero es algo continuo. Repetitivo. Las mismas imágenes una y otra vez.
El presente no existe. Pasado y futuro, nada más. Por eso
tienes que ver que cada momento que pase, es pasado en tu recuerdo. Haz que
merezca la pena recordar esos momentos. Haz que cada instante, sea una sonrisa
en el futuro. No pierdas el tiempo buscando la manera de continuar por ese
camino recto, frágil y delgado.
Ahora disculpadme, pero hace un día muy bueno para hacer
algo diferente.
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